No querras saber lo que guardan los rincones de este amasijo de neuronas, quizas te lleven a la locura, quizas a la muerte, quizas a la gloria. Elije con cuidado

18 junio 2011

Critica del cristianismo.

Lo siguiente es unfragmento del libro "La voluntad de poder" del gran pensador Friedrich Nietzche. Simplemente es a mi entender la idea mas acertada de la peste generada por esta religión en el ser humano primitivo y moderno.
Del origen de la religión: De la misma forma que el hombre inculto cree hoy que la ira es la causa de su enfurecimiento; el espíritu la causa de que él piense; el alma la causa de que él sienta; de la misma forma, en suma, con que hoy se aplican, irreflexivamente, un sinfín de entidades psicológicas que deben ser causas, así ha explicado el hombre, a niveles todavía más ingenuos, estas mismas apariencias con la ayuda de entidades sociológicas personales. Los estados de alma que le parecían extraños, arrebatadores, agobiantes, los consideraba como obsesiones y encantos provocados por el poder atribuido a una persona. (Asi aplica el cristiano, que es hoy la clase de hombre más ingenua y retrógrada, la esperanza, la tranquilidad, el sentimiento de "redención" a un Dios de inspiración psicológica: para él, como tipo esencialmente sufriente e intranquilo que es, los sentimientos de felicidad, de resignación y de tranquilidad le parecen algo extraño, algo que requiere una explicación). Para las razas de gran vitalidad, inteligentes y fuertes, es el epiléptico quien más despierta el convencimiento de que un poder extraño se proyecta en él; pero también cualquier esclavitud análoga, por ejemplo, la del iluminado, la del poeta, la del gran criminal, las pasiones como el amor y la venganza, sirven para promover la invención de poderes sobrehumanos. Se concreta un estado en una persona y se supone que, cuando este estado aparece en nosotros, es el efecto de aquella persona. Dicho de otra forma: en la formación psicológica de Dios, un estado es personificado como causa para que llegue a ser el efecto de algo.
He aquí la lógica psicológica: el sentimiento de poder, cuando de forma repentina y subyugadora se apodera del hombre (y este es el caso de todos los grandes afectos), provoca en él una duda sobre su persona: no se atreve a pensar en sí mismo como causa de este sentimiento asombroso, y, por ello, establece para estos casos una personalidad más fuerte, una divinidad.
En resumen, el origen de la religión reside en los sentimientos extremos de poder que, por lo extraños, desconciertan al hombre; y de la misma forma que el enfermo, al sentir que un miembro es demasiado pesado y extraño, llega a la conclusión de hay otra persona acostada sobre él, así, el ingenuo como religiosus se divide en varias personas. La religión es un caso de "altération de la personnalité". Una especie de sentimiento de miedo y temor ante sí mismo... Pero también, un alto sentimiento de felicidad y superioridad extraordinarias... Entre los enfermos, basta la sensación de salud para llegar a creer en Dios, en la proximidad de Dios.


Psicología rudimentaria del hombre religioso: Todas las transformaciones son efectos; todos los efectos son efectos de la voluntad (el concepto "naturaleza", "ley natural"); todos los efectos tienen un autor. Psicología rudimentaria: Solo es causa cuando se sabe que se ha querido algo.
Consecuencia: los estados de poder dan al hombre la impresión de no ser la causa, de no ser responsable de ellos; suceden sin haber sido deseados; en consecuencia, no somos los autores; la voluntad no es libre ( es decir, la consciencia de una transformación operada en nosotros sin que nosotros la hayamos querido), necesita de una voluntad ajena.
Consecuencia: el hombre no ha osado atribuirse todos sus momentos más fuertes y asombrosos, los ha concebido como "pasivos", como "sufridos", como violentaciones ( la religion es el surgimiento de una duda sobre la unidad de la persona, una alteración de la personalidad): en cuanto todo lo grande y fuerte del hombre se concebía como sobrehumano, como extraño a él, el hombre se empequeñecía, colocaba ambos aspectos en dos esferas superadas, una lastimosa y débil y la otra fuerte y asombrosa: a la primera la llamó "hombre", a la segunda "Dios". Y siempre ha seguido haciendo esto; en el período de la idiosincracia moral ha considerado sus estados morales más elevados y sublimes no como "queridos", no como "obra" de su persona. También el Cristo separó y diferenció su persona en una ficción mezquina y débil a la que llamó hombre, y en otra a la que llamó Dios (Redentor, Salvador).
La religión ha rebajado el concepto "hombre"; su consecuencia extrema es que todo lo bueno, lo grande, lo verdadero es sobrehumano y le ha sido donado por una gracia...

Los sacerdotes son los comediantes de algo sobrenatural, algo a lo que tienen que dar evidencia, ya sea de ideales, ya sea de dioses, ya de salvadores; en eso consiste su profesión, para eso tienen sus instintos; para hacerlo más digno, más creíble, tienen que llevar la semejanza lo más lejos posíble; su habilidad de comediantes debe, ante todo, conseguir en ellos una buena conciencia, con ayuda de la cual poder convencer con vercidad.

El sacerdote quere dejar bien sentado que es el tipo superior del ser humano, que domina (incluso sobre aquellos que tienen el poder en las manos), que es invulnerable, inatacable; que él es la fuerza más potente de la comunidad, que no hay absolutamente ninguna forma de sustituirlo o subestimarlo.
Medios: él es el único sabio; el único virtuoso; solo él tiene el dominio supremo sobre sí mismo; solo él es, en un cierto sentido, Dios, y se remonta a la divinidad; solo él es el intermediario entre Dios y los otros; la divinidad castiga cualquier desventaja, cualquier pensamiento dirigido contra un sacerdote.
Medios: la verdad existe. Solo hay una forma de alcanzarla: hacerse sacerdote. Todo lo que es bueno en el orden, en la Naturaleza, en la tradición, se basa en la sabiduría de los sacerdotes. El libro sagrado es su obra. La Naturaleza entera no es más que una aplicación de sus estatutos. No hay ninguna otra fuente de bien que el sacerdote; cualquier otra excelencia es de categoría diferente a la del sacerdote, por ejemplo la del guerrero.
Consecuencia: si el sacerdote debe ser el tipo superior, la jerarquía de sus vitudes servirá para graduar los valores del hombre. El estudio, la renuncia a los sentidos, la incatividad, la impasibilidad, la falta de afectos, la solemnidad. Contradicción: el género más profunda del hombre.
El sacerdote enseña una determinada clase de moral, para que así le crean un tipo superior. Concibe un contratipo; el demonio. Para hacer despreciable a este, se entrega, por todos los medios, a la jerarquización de las castas. El miedo extremo de los sacerdotes ante la sensualidad está condicionado a su vez por la idea de que también aquí la jerarquía de castas (es decir, la jerarquía general) es lo más amenazado... Cualquier "tendencia más libre" in puncto puncti arroja al montón la legislación sobre el matrimonio.

Crítica de la santa mentira: El que la mentira se permita para fines piadosos pertence a la teoría de todos los sacerdocios. Hacer ver hasta que punto ella forma parte de la práctica de estos constituirá el objeto de la presente investigación.
Pero también los filósofos, en cuanto se disponen a tomar en sus manos, con intenciones ocultas, la dirección de los hombres, se han otorgado a sí mismos el derecho a la mentira: ante todo Platón. La más grandiosa de ellas es la doble mentira: desarrollada por los típicamente arios filósofos del Vedanta: dos sistemas contradictorios en todos sus puntos principales, pero que se relevan, se integran y se completan por motivos educativos. La mentira de una crea la situación por la cual llega a hacerse inteligible la verdad del otro...
¿Hasta dónde llega la mentira piadosa de los sacerdotes y de los filósofos? ¿Hay que preguntarse aquí qué condiciones previas tienen para la educación, qué dogmas tienen que inventar para satisfacer estas condiciones previas?
En primer lugar: deben tener a su lado el poder, la autoridad, la absoluta credulidad.
En segundo lugar: deben tener el curso completo de la Naturaleza en sus manos, de manera que todo lo que se refiere al individuo parezca necesario gracias a sus leyes.
En tercer lugar: deben poseer también una vasta zona de poder cuyos controles escapen a los ojos de sus subordinados: la medida del castigo para el más allá, el "despues de la muerte", y, para más facilidad, indicar ellos los medios que conducen a la salvación.
Tienen que hacer olvidar el concepto del curso natural de las cosas; pero como son gente avispada y reflexiva, prometen, por lo tanto, una serie de efectos, presentados, naturalmente, como condicionados por las oraciones o por una estricta obediencia a sus leyes. De la misma forma pueden también decretar una serie de cosas que son absolutamente racionales, pero no pueden mencionar la experiencia, el empirismo, como fuente de su sabiduría, sino que tienen que presentar esta como fruto de una revelación, o como consecuencia de "las penitencias mas duras".
La santa mentira se refiere, por tanto, principalmente: al fin de la acción (el fin natural, la razón, se hace invisible: un fin moral, un cumplimiento de la ley, un servir a Dios, aparecen como finalidad); a la consecuencia de la acción (la consecuencia natural se considera sobrenatural, y, para obrar con más seguridad, se establecen otras consecuencias incontrolables, sobrenaturales).
De esta forma se crea la idea de bien y mal que parece completa y absolutamente dependiente de los conceptos naturales "útil", "dañino", "vital", "antivital"; esta idea, dado que se está pensando en otra vida, puede, incluso, llegar a ser el punto directamente opuesto al concepto natural del bien y del mal.
De esta forma se crea finalmente la famosa "conciencia"; una voz interior que mide cada acción no por el valor de la acción misma con respecto a sus consecuencias, sino en relación con la intención y la conformidad de esta acción con respecto a la "ley".
Así pues, la santa mentira ha inventado:
1) un Dios que premia y castiga, que reconoce exactamente el código de los sacerdotes y que envía a estos al mundo en calidad de portavoces y plenipotenciarios suyos.
2) un más allá de la vida, en el que la gran máquina de castigar se representa ya en acción (para este fin sirve el concepto de la inmortalidad del alma).
3) la conciencia del hombre como conciencia de que el bien y el mal son algo firme; que es Dios mismo el que habla, cuando aconseja la conformidad a los preceptos de los sacerdotes.
4) la moral como negación a todo curso natural, como reducción de todo suceder a estar condicionado por la moral, la acción moral (es decir, la idea de premio y castigo), como penetrando todo como única fuerza, como creadora de todo cambio.
5) la verdad como don, como cosa revelada, como coincidente con la enseñanza de los sacerdotes, como condición de todo bienestar y de toda dicha en esta vida y en la otra.
En suma: ¿con que se paga la mejora moral? Menosprecio de la razón, reducción de todos los motivos de miedo y a la esperanza (premio y castigo); dependecia de una tutela sacerdotal de una exactitud formulista que tiene la pretensión de expresar una voluntad divina; implantación de una "conciencia" que establece una falsa sabiduría en lugar de la prueba y de la investigación: como si ya tuviera muy claro que es lo que hay que hacer y lo que hay que dejar de hacer, una especie de castración del espíritu de búsqueda y de progreso; en suma, el más grave acallamiento del hombre que pueda imaginarse y que pasa con ello por ser el "hombre bueno".
En la práctica, toda la razón, toda la herencia de inteligencia, de finura y de previsión, que son las condiciones del canon sacerdotal, se reducen arbitrariamente a una pura mecánica: la conformidad con la ley llega a valer como meta superior, la vida ya no ofrece problemas; toda la concepción del mundo se ensucia con la idea de castigo; al presentarse la vida sacerdotal como el non plus ultra de la perfección, se transforma la propia existencia en una calumnia y un ensuciamiento de sí misma; el concepto "Dios" representa una renuncia a la vida, la verdad se transforma en la mentira sacerdotal, la aspiración a la verdad se transforma en la mentira sacerdotal, la aspiración a la verdad en estudio de las escrituras, como medio de hacerse teólogo...

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